Muchas organizaciones trabajan
para cambiar el mundo. Es decir, para mejorar significativamente la vida de la
gente. Algunas son privadas, pero la mayoría son ONG’s, fundaciones, gobiernos
nacionales, regionales o locales, organizaciones religiosas, bancos de
desarrollo empresas sociales u organizaciones multi laterales. Estas
organizaciones luchan para superar una larga lista de problemas sociales como pobreza
extrema, falta de justicia, violación de los derechos humanos, acceso a la
salud, calentamiento global, deforestación, violencia contra la mujer, enfermedades
como malaria, mortalidad infantil, pandillas, embarazo adolescente, falta de
agua potable, falta de oportunidades de trabajo, deserción escolar y
desnutrición, entre otros.
La mayoría de las organizaciones
se dedican a hacer la vida un poco mejor dentro de un marco social existente.
Aunque consiguen ayudar a muchas personas, por lo general no logran verdaderas
transformaciones. Repartir alimentos y subsidios, construir escuelas y
adjudicar viviendas gratuitas, pueden ayudar desde el punto de vista
humanitario, pero no generan cambio social a gran escala.
Por fortuna, en los
últimos años ha surgido una alternativa que sin ser gobierno ni empresa privada,
navega entre los dos sectores. Se llama emprendimiento social. Las empresas
sociales se caracterizan por utilizar el diálogo y la observación para entender
las perspectivas de la gente. Además, suelen utilizar las fuerzas del mercado
para diseñar sistemas de cambio social. Estas organizaciones evitan que las
soluciones sean impuestas desde afuera, logran que broten desde adentro. Las
empresas sociales empoderan a las poblaciones vulnerables para que tomen
control de su propio futuro.
Cuándo el afamado
emprendedor social Mohammed Yunus empezó, el solo quería ayudar a los micro
empresarios pobres de Bangladesh. Estos micro empresarios vivían en condiciones
de miseria y eran explotados por intermediarios. Yunus desarrolló un modelo
para prestarles dinero a bajos intereses y sin garantías, evadiendo los
intermediarios abusivos. El revolucionario sistema logró que millones de
personas escaparan la pobreza. Esto le mereció el Premio Nobel de la Paz en el
2006.
Cambiar el mundo es
posible. Requiere desarrollar modelos de alto impacto y masificarlos en forma
sostenible. Ejemplos de emprendimientos sociales sobresalientes se pueden
encontrar en Getting
Beyond Better, el libro de Sally Osberg y Roger Martin. Se destacan, entre otras, Riders for
Health, organización que transformó el sistema de salud rural en siete
países del África, Tostan que de
manera novedosa logró acabar con la mutilación genital femenina en Senegal, One Acre Fund, empresa social que hizo
posible que doscientos mil pequeños agricultores en Kenia, Ruanda, Burundi y
Tanzania duplicaran el rendimiento de sus cultivos, e Imazon,
una ONG que utilizando información de NASA logró influir en política pública y
reducir 76% los niveles de deforestación en el Amazonas.
Como sugieren Osberg y
Martin en su libro: “para cambiar el mundo hay que desafiar los sistemas
tradicionales e introducir modelos que transformen lo que es, en lo debe ser.”
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