“No es posible desarrollar un
país desde afuera.”[1]
A. Deaton
El
Gran Escape del Profesor Angus Deaton, Premio Nobel de Economía 2015, es
uno de los libros más interesantes y controversiales
recientemente publicados por economistas de desarrollo. En su libro Deaton
describe cómo en los últimos 250 años se han reducido muy significativamente la
pobreza y la mortalidad infantil. Los niveles de vida han mejorado,
enfermedades se han superado, los años de vida se han duplicado, las libertades
económicas y políticas se han extendido, y la ciencia ha traído avances
inconcebibles dos siglos atrás.
Desafortunadamente,
en esta gran fuga cientos de millones de personas han quedado atrás y el mundo
registra niveles de desigualdad nunca antes vistos. Por ejemplo, una niña que
nace en E.E.U.U. puede aspirar a una vida de 80 años, pero si nace en Sierra
Leone o República Democrática del Congo, su esperanza vida es de solo 40 años.
La mayor divergencia ha estado entre países, pero también existen grandes brechas
entre ciudadanos de un mismo país. A los Colombianos esto no nos sorprende, somos
un país de extraordinarias diferencias regionales. El PIB per cápita del
Departamento de Santander, por ejemplo, es cinco veces mayor al de Chocó.
Deaton le
hace una crítica al PIB[2], uno de los indicadores
económicos de preferencia. Según el Nobel, para medir el crecimiento económico son
más confiables las encuestas en los hogares. Al hacer el ejercicio en la India,
Deaton observó grandes discrepancias entre las cuentas nacionales del PIB y las
investigaciones realizadas sobre consumo de los hogares. Además, Deaton explica
que el crecimiento económico no es un fin en sí mismo y debemos considerar valores
intangibles como felicidad y bienestar en las mediciones de progreso. Con una
mirada integral, el Nobel nos ayuda a entender el crecimiento económico y su confusa
relación con la desigualdad.
Deaton
también señala las imperfecciones en las mediciones de pobreza, y escribe
sarcásticamente, “la reducción de pobreza es más fácil por medios estadísticos.”[3] El Profesor Deaton tiene
razón, las líneas de pobreza son imperfectas. Realmente, es muy difícil
comparar pobreza entre regiones y países con monedas, costumbres, valores,
culturas y comportamientos tan diferentes. Deaton continúa, “la verdad es que
tenemos poca idea de lo que estamos haciendo, y es un error que cosas
importantes dependan de estos números.”[4] En Colombia sabemos lo
delicado que son las líneas de corte del SISBEN[5]; distorsiones en la
información de las encuestas y errores de focalización pueden afectar las vidas
de millones de personas.
Pero la
parte más controversial del libro de Deaton es la muy fuerte crítica que le
hace a la Asistencia Oficial al Desarrollo (AOD), es decir, a la transferencia
de dinero de los países ricos a los pobres vía cooperación multi lateral o
bilateral. Para él, la AOD, lejos de ser la solución, es un obstáculo al
desarrollo. Según Deaton, “si la pobreza es el resultado de malas instituciones
y gobiernos corruptos, darle dinero a los gobiernos es perpetuar y prolongar la
pobreza.”[6] Deaton insiste que la AOD
menoscaba la democracia y nos recuerda que casi la mitad de la ayuda
internacional va a países con regímenes autocráticos. El filántropo Bill Gates
ha salido a defender la ayuda a los pobres argumentando que lo mejor que pueden
hacer los países ricos es invertir en la salud y el desarrollo agrícola de los
países más pobres.
Aunque
hay argumentos respetables a favor y en contra de la cooperación internacional,
lo que pocos hoy en día objetan es la idea de que es imposible desarrollar un
país desde afuera. Me atrevo a ir un
paso más allá y proponer que tampoco es posible desarrollar una comunidad desde
afuera. Si el sector privado no genera todas las oportunidades que se
requieren, el Estado es insuficiente para atender las necesidades básicas, el
crecimiento económico suele aumentar las brechas y la AOD no funciona, entonces
debemos encontrar nuevas soluciones. Desafortunadamente, en su afamado libro, Deaton
dedica pocas páginas a propuestas concretas.
Cada día
me convenzo más que es necesario devolverle la responsabilidad del desarrollo a
la gente, entregarles las herramientas para que construyan su propio futuro conforme
a sus gustos, deseos y necesidades. Esto es algo que bien saben los emprendedores sociales, aquellas mujeres
y hombres que trabajando con sus comunidades e impulsando ideas innovadoras son
capaces de encontrar soluciones escalables y sostenibles a las problemáticas
humanas. Es la nueva esperanza.
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El
Profesor Angus Deaton estará en Colombia el 1ero de Septiembre para participar
en el Foro Crecimiento y Equidad invitado por el Instituto de Ciencia Política
de la Fundación Hernán Echavarría Olózaga. Ante los inmensos retos de inclusión
y reconciliación que tenemos frente a nosotros en Colombia, esta es una buena
noticia. El momento es oportuno para su inspiración, sus conocimientos y, porqué
no, sus recomendaciones.
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