El
Índice de Progreso Social (IPS) es una herramienta que permite medir el
desempeño de las ciudades en tres dimensiones fundamentales: Necesidades
Básicas (agua, nutrición, salud, vivienda, seguridad), Bienestar (comunicaciones,
acceso a conocimientos básicos, sostenibilidad ambiental), y Oportunidades
(acceso a educación superior, derechos personales, tolerancia y respeto). El
IPS es muy útil porque propone una visión integral del bienestar y facilita la
evaluación de impacto de programas sociales, elementos fundamentales para
mejorar la vida de la gente, en particular de los más desfavorecidos. Además, este
índice nos reduce la dependencia en el crecimiento económico como indicador de
preferencia, el cual “es notoriamente
silencioso en cuanto a quién recibe qué,” como señala el Nobel Angus Deaton.
En
el reciente informe de Progreso Social, Barranquilla ocupó un decepcionante
séptimo lugar (60.1[1]:
nivel medio bajo) entre las 10 ciudades más importantes de Colombia. La
acompaña en ese penoso nivel la ciudad de Ibagué (61.6). Barranquilla e Ibagué
son superadas por ciudades de mucho mejor desempeño: Manizales (75.5),
Bucaramanga (72.9), Medellín (72.6), Bogotá (70.3), y Pereira (66.6). Por
debajo de Barranquilla en los últimos lugares del ranking están Cali (54.3),
Cartagena (53.6) y Valledupar (52.2).
Barranquilla
registra bajo desempeño (9º lugar entre 10 ciudades) en la dimensión de Fundamentos
de Bienestar, particularmente en sostenibilidad ambiental (transporte público)
y comunicaciones. En relación a otras ciudades, la capital del Atlántico también
presenta desventajas importantes en la dimensión de Necesidades Humanas Básicas
(7º lugar), que incluye factores como cuidados médicos, vivienda y servicios
públicos. La ciudad se ubica mejor en la dimensión de Oportunidades (5º lugar).
Dentro de esta dimensión el puntaje fue alto en derechos personales, pero las
cifras reflejaron baja tolerancia e inclusión y pocas oportunidades de acceso a
educación superior.
Todos
sabemos del gran potencial que tiene Barranquilla en virtud de su gente
extraordinaria, su riqueza cultural, su población joven y su extraordinaria posición
geográfica. Nadie duda que la ciudad podría emerger como un centro de negocios
de clase mundial con énfasis en logística y transporte multimodal, dando lugar
a crecimiento económico sin precedentes; más aún si se le suma el perfeccionamiento
de una industria cultural y turística alrededor del Carnaval de Barranquilla,
Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.
Pero
aún si se lograran avances en lo económico, el gran reto de Barranquilla
seguirá siendo el desarrollo social. Debemos trabajar por un crecimiento que incluya
a aquellos históricamente olvidados. Para mejorar la vida de la gente se
requieren gobiernos limpios y transparentes, buenas políticas públicas, adecuada
articulación inter sectorial y una clara visión de futuro.
Las ciudades que
avanzan positivamente en desarrollo son solo aquellas que logran construir una sólida
estrategia de largo plazo y una alianza armoniosa entre los sectores público,
social y privado para realizarla. Para la muestra: Medellín, Bucaramanga y
Manizales.
Es mucho el trabajo
que tenemos por delante en Barranquilla, Valledupar y Cartagena para dejar
atrás el atraso y entrar al grupo de ciudades prósperas. Mientras tanto, de
acuerdo al IPS, la realidad es un indecoroso subdesarrollo, y para los ciudadanos
más desposeídos un panorama de violación de derechos e inmovilidad social.
[1] Índice de Progreso Social tiene una
escala de 0 a 100 puntos; donde 100 corresponde a la calificación que una
ciudad podría lograr si obtiene la puntuación más alta posible en todos los
indicadores, y 0 a la puntuación más baja posible en todos los indicadores.
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