sábado, 29 de agosto de 2009

Bombardeo al Campamento de Reyes

Bombardeo al Campamento de Reyes: Descifrando un Dilema Moral

El 1ero de Marzo del 2.008 un bombardeo de las fuerzas militares Colombianas sobre un campamento clandestino de las FARC causó la muerte de 25 personas, incluyendo al número dos de la organización guerrillera, Raúl Reyes, cuatro mejicanos y un ecuatoriano. Militarmente, la operación fue un éxito porque por primera vez se logró dar de baja a un miembro del Secretariado de la guerrilla más antigua y potente del continente. Diplomáticamente, la operación fue un fracaso porque, al desarrollarse en territorio Ecuatoriano, a casi 2.000 metros de la frontera con Colombia, enfureció a nuestros vecinos.

En un principio, las fuerzas militares manifestaron que se trataba de una persecución ‘en caliente’ contra guerrilleros cruzando la frontera huyéndole a las fuerzas militares. Luego, las tropas Ecuatorianas que fueron a recoger los cuerpos de las víctimas comprobaron que en realidad fue un ataque planificado que tomó a los guerrilleros totalmente por sorpresa en piyamas durmiendo.

La justificación más contundente del ataque la dio el General Padilla cuando manifestó que el computador de Reyes encontrado en el campamento contenía evidencia que los gobiernos de Venezuela y Ecuador albergan a los rebeldes en sus territorios y apoyan a las FARC. El gobierno Colombiano señaló que los documentos encontrados contenían indicaciones que Chávez planeaba darle 300 millones de dólares al grupo guerrillero. Todo parece indicar que Reyes y sus camaradas se sentían protegidos en territorio Ecuatoriano, desde donde planificaban sus actividades terroristas.

La incursión de las fuerzas militares Colombianas en Ecuador encolerizó al Presidente Ecuatoriano, Rafael Correa, quien ordenó la inmediata ruptura de las relaciones diplomáticas con Colombia. El gobierno Ecuatoriano también impuso restricciones a las importaciones de productos Colombianos, afectando considerablemente las actividad comercial entre los dos países con graves consecuencias a la economía de la frontera.

La pregunta es si las evidencias encontradas y los argumentos presentados por el gobierno Colombino hacen aceptable la violación territorial de un país vecino. Es decir, hizo bien el gobierno Colombiano en perpetrar el ataque? El fin justifica los medios?

Algunos dirían que hay veces hay que emplear actos malos para adelantar causas buenas. Ocurre siempre en las guerras, donde mueren civiles, se presentan daños colaterales, etc. Es decir, los principios sí existen, pero son violados en virtud de una causa mayor. Como dijo Max Weber, “ningún sistema ético puede desconocer que para alcanzar fines buenos es necesario recurrir a medios moralmente dudosos o peligrosos.”

Para otros el llamado ‘dilema moral’ no existe, aún en circunstancias extremas. A los seguidores de esta posición pura e idealista de talante Kantiano, lo único que les importa son los principios. Insisten que estos no se deben violar bajo ninguna circunstancia y por ninguna razón. La prohibición de la tortura es un ejemplo de esto. Torturar a un ser humano, por más perverso y diabólico que sea, equivale a destruir la humanidad y perder el alma.

Otro grupo de personas – los Utilitaristas - creen que cuando se violan los principios para obtener triunfos inmediatos, no se están tomando en cuenta las consecuencias de largo plazo. Por ejemplo, violar la soberanía de un país vecino es dar un mal ejemplo a la ciudadanía sobre la importancia de respetar los principios. Según este argumento, bombardear a las FARC en Ecuador equivale a promover una cultura de ilegalidad con consecuencias no deseables para la sociedad.

Discusiones morales como estas no se resuelven fácilmente. Las teorías éticas que tratan de hacerlo corren el riesgo de dejar por fuera elementos de la vida moral. Al final, la moralidad es un valor muy personal, ligado a la conciencia.

En el caso del bombardeo al campamento de Reyes en territorio Ecuatoriano, el peso de la responsabilidad cae sobre nuestros líderes. Lo que estos nunca deben olvidar es que la violación de principios en beneficio de un bien mayor es un concepto tan peligroso como poderoso.

martes, 4 de agosto de 2009

Alianza Militar con E.E.U.U.

Alianza Militar con E.E.U.U. 

            Una alianza es un acuerdo entre dos o mas organizaciones o personas hecho con el fin de avanzar objetivos e intereses comunes. Personas naturales, empresas privadas, ONG’s, fundaciones privadas, colegios, universidades y hasta organizaciones religiosas utilizan alianzas para mejorar las eficiencias y eficacias de sus gestiones. Lo mismo hacen los gobiernos para asegurar el desarrollo de sus pueblos.

            El reciente anuncio del gobierno del Presidente Uribe sobre  una alianza militar entre Colombia y Estados Unidos para operar tres bases militares en territorio Colombiano ha causado gran revuelo en el vecindario. En particular, el Presidente Chávez ha dicho que revisará las relaciones con Colombia a raíz de este acuerdo porque son “una amenaza para Venezuela y le abren las puertas a quienes preparan nuevas agresiones contra nosotros”.

            Esta desmedida reacción del Presidente Chávez, quien además manifestó que “…este es un paso más en el deseo de EE.UU. de invadir Venezuela para apoderarse de su riqueza petrolera…”, demuestra su condición de paranoico esquizofrénico.

“Vamos a traernos varios batallones de tanques (...), por lo menos el doble... la infantería, la artillería”, declaró Chávez, en su programa nocturno de radio y televisión Aló Presidente.

Demostrando independencia ante las pataletas de Chávez, el gobierno Colombiano está obrando bien. 

La seguridad es y debe seguir siendo parte importante de nuestra estrategia de desarrollo. Sin seguridad no hay inversión, sin inversión no hay empleo, y sin empleo no hay desarrollo. El acceso a equipos de alta tecnología y prácticas modernas de inteligencia le permitirán a nuestras fuerzas armadas atacar el narcotráfico y la guerrilla, factores que han privado a nuestra sociedad de mayor crecimiento económico y social.

      El fortalecimiento de la alianza con EE.UU., además de fortalecernos con conocimientos y tecnología militar, aumentará la confianza entre ambos países. Esta confianza podrá contribuir a la aprobación del Tratado de Libre Comercio (TLC),  abriéndole las puertas del mercado más grande del mundo a miles productos Colombianos.

      La presencia de equipos y personal técnico norteamericano puede ahorrarle miles de millones de pesos al fisco Colombiano. El presupuesto anual de Defensa en Colombia es de aproximadamente 18 billones de pesos, lo que equivale al 14.0% del PGN (Presupuesto General de la Nación). En vez de gastar en costoso armamento militar, utilizaríamos los equipos de los norteamericanos, liberando así recursos para invertir en educación, salud y vivienda.

            Los norteamericanos no tendrán unidades operando como ruedas sueltas en el país, ni participarán en actividades de confrontación. Su labor se limitará a cooperación técnica bajo los principios constitucionales Colombianos y el Derecho Internacional. La presencia de los norteamericanos no representa ninguna amenaza para los países vecinos, tema que quedará explícito en los acuerdos. Como dijo el Presidente Uribe, "Nosotros combatimos a los terroristas, no agredimos a los Gobiernos ni a los pueblos.”

Los críticos argumentan que esta política es una intromisión extranjera y atenta contra nuestra soberanía. Todo lo contrario; esta medida protege nuestra soberanía de las mafias del terrorismo, el narcotráfico, y organizaciones hostiles a nuestra democracia. La encuesta de la firma Yanhaas revela que el 59.5% de los Colombianos apoyan la presencia militar norteamericana en las bases de Apiay, Malambo y Palanquero. El gobierno ha interpretado bien el sentir de los Colombianos.

Los gobiernos de Chávez y Correa han sido cómplices de las FARC. Esto lo demuestran el computador de Reyes, los discursos del Mono Jojoy y las armas suecas en poder de la guerrilla. Informes desde EE.UU. dan cuenta de la creciente colaboración entre los narcotraficantes y la Guardia Nacional Venezolana. No podemos dejarnos intimidar por los regímenes regresivos de nuestros vecinos, cuyos propósitos son los de arruinar nuestra tradición liberal y democrática para exportarnos sus prácticas autocráticas, tiránicas y opresoras.