domingo, 15 de julio de 2018

Spasiva

           

             En mi mente estaba la Unión Soviética de la guerra fría. Un país cerrado, oscuro, atrasado operando bajo un sistema socio económico fallido impuesto por la fuerza de un régimen anacrónico, violador de derechos civiles. Rusia: una nación con gente triste y empobrecida que flaco aporte le hacía a la humanidad. Así nos enseñaron a verlos en Occidente.

            Luego de las grandes transformaciones de los últimos 25 años el fútbol le ha permitido a Rusia mostrar otra realidad. La Plaza Roja, permanentemente vigilada por las altísimas murallas del Kremlin que están a su lado, además de hermosa, es verdaderamente inmensa. Por su lado, el Kremlin es imponente. Adentro, 27 hectáreas son un despliegue de cultura, historia y política representada en museos, jardines, edificios de gobierno, residencias de los zares durante muchos siglos, y el lugar oficial actual de la Presidencia de la Nación.

            El Río Moscova baña los sitios más emblemáticos de la ciudad. Los mayores parques, el Kremlin, y hasta el Estadio Luhzniki quedan a su orilla. Las iglesias y catedrales, en especial la Catedral Cristo Salvador, las inmensas avenidas y espacios peatonales, el Teatro Bolshoi, la variada y hermosa arquitectura, el sorprendente Metro, y los parques Zaryadye y Gorky hacen de Moscú una urbe maravillosa.

            La Copa del Mundo estuvo llena de sorpresas deportivas. La eliminación de España, Alemania, Brasil y Argentina fue antes de lo previsto. También los excepcionales desempeños de Croacia, Suecia y Rusia sorprendieron a muchos. Pero para mí lo sorprendente fue Rusia, el país. Los estadios hermosos, la organización impecable, la gente dispuesta. La limpieza de las ciudades, la hospitalidad de la gente y la seguridad en todo lugar y a toda hora son cosas importantes a destacar.

            En Rusia la gente no sonríe mucho. No porque sean amargados, sino porque para ellos, sonreír sin razón es señal de hipocresía. Son personas tímidas en general, pero al conocerlos un poco les aflora un sentimiento cálido, de generosidad y amabilidad.

            En lo político, la Putinocracia, una especie de autocracia disfrazada, no tiene mayor oposición. Más bien se nota complacencia por parte de los habitantes, como si entendieran que un Estado fuerte y dominante es lo que les conviene. Por esto, sobre libertades políticas en Rusia, mejor destacar las libertades económicas.

             En las ciudades, especialmente Moscú y San Petersburgo, la economía de mercado se despliega con fuerza: centros comerciales modernos, restaurantes, bares, bellas avenidas con almacenes de lujo, arte en las calles, teatro, mercados públicos, y vida vibrante como cualquier ciudad desarrollada. Curiosamente, observé pocos habitantes de la calle, aunque se sabe que Rusia aproximadamente 14% de la población vive bajo condiciones de pobreza, y se da el fenómeno de la corrupción en lo público y en lo privado, muchas veces mancomunada.

            El futbol le ha permitido a Rusia mostrar que, si bien tiene retos como cualquier país, ha avanzado decididamente hacia el desarrollo. Fue un anfitrión extraordinario y realizó la mejor Copa Mundo en cuanto a orden y organización. Rusia 2018: Una Copa Mundo memorable.

            Felicitaciones, Rusia. Spasiva.