jueves, 12 de marzo de 2009

Gestión Pública y Rendición de Cuentas

Gestión Pública y Rendición de Cuentas

            A todos los gobiernos – especialmente cuando comienzan – les gusta iniciar programas y trazarse nuevos objetivos. Sin embargo, las buenas intenciones no garantizan una buena gestión; lo que realmente importa son los resultados alcanzados al final del período. Es decir, lo importante no es hacer promesas, sino cumplirlas.

            Por eso hoy en día los buenos gobiernos implementan lo que se denomina ‘gerencia de desempeño’ o ‘rendición de cuentas’. La rendición de cuentas consiste en definir indicadores de gestión para medir el desempeño y determinar periódicamente si la administración está cumpliendo los objetivos. Todas las agencias u organismos públicos deben incorporar un sistema de rendición de cuentas. Los pasos son los siguientes:

            En primer lugar, todo ente gubernamental debe definir su misión. La misión, es la razón de ser de una organización o empresa. Esta ayuda a alinear al equipo y, en cierta forma, define su éxito. Por ejemplo, la misión de una Secretaría de Educación puede ser “preparar integralmente a todos los niños, niñas y jóvenes de la sociedad para potenciar al máximo sus oportunidades de vida.”

            En segundo lugar, las organizaciones definen claramente sus objetivos. Estos son muy útiles porque precisan lo que la organización quiere lograr. Siguiendo el ejemplo, para una Secretaría de Educación los objetivos pueden ser: alcanzar 95% de cobertura escolar (porcentaje de niños, niñas y jóvenes asistiendo a las escuelas) y  lograr que 65% de colegios sean clasificados excelentes o buenos por parte del Ministerio del Educación. 

            Seguidamente, se deben definir las estrategias que van a contribuir al logro de los objetivos. Para una Secretaría de Educación estas estrategias pueden ser:  implementación de un programa de capacitación para docentes, dotación de computadores con conectividad para las escuelas, renovación de los modelos pedagógicos, adecuación de las instalaciones escolares, actualización de textos y útiles, y sensibilización a los padres de familia sobre la importancia de la educación para sus hijos. Todas las estrategias deben estar dirigidas al logro de objetivos, en este caso cobertura y calidad.

            Una vez la misión, los objetivos y las estrategias se hayan establecido, se deben determinar unos indicadores de gestión. Estos indicadores se utilizan para medir los avances y deben estar alineados con las estrategias. Por ejemplo, los indicadores de en una Secretaría de Educación pueden incluir el número de horas de entrenamiento a profesores, el número de alumnos por computador  – entre mas bajo mejor –, la cantidad de niños y niñas no escolarizados vinculados al sistema educativo en el último período, el porcentaje de deserción escolar y la calificación promedio de los estudiantes en los exámenes nacionales. Se trata de entender lo que está funcionando y lo que está fallando, y re dirigir los esfuerzos cuando sea necesario. Los indicadores también son útiles para celebrar los logros con el equipo y reconocer el trabajo de los equipos de buen desempeño.

            Los líderes deben estar muy vigilantes a las consecuencias negativas (no intencionales) que se pudieran presentar. Por ejemplo, si la meta es lograr un computador para cada veinte niños, puede ser que se terminen proporcionando computadores para cumplir la meta pero que estos no tengan los programas o el software que los niños requieran. No se trata de encontrar el indicador perfecto porque todos los indicadores pueden tener consecuencias negativas, sino estar atentos  para ajustarlos de acuerdo a las necesidades. En este caso, la solución sería cambiar la meta para que esta sea ‘un computador con el software adecuado para cada veinte niños’.

            La buena administración pública tiene que ver más con transparencia y voluntad política que con complejas teorías gerenciales. En estos tiempos de Internet y globalización, las herramientas y la tecnología para hacer un buen trabajo están disponibles. Nuestros servidores públicos están obligados a demostrar profesionalismo e idoneidad para administrar bien, y para rendirle cuentas pública y periódicamente a todos los ciudadanos.

            No hacerlo sería incurrir en corrupción intelectual.

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