sábado, 18 de julio de 2009

Deporte y Paz

Deporte y Paz 

            En 1.999 la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó una resolución que ratificó la paz como derecho humano fundamental. Por medio de esta resolución se exhortó a todos los países a que adopten medidas para asegurar este derecho con el convencimiento que la paz es esencial para la seguridad y el bienestar de la humanidad. Además, la paz es condición necesaria para el desarrollo social, cultural y económico de los pueblos.

            Muchas comunidades alrededor del mundo están utilizando el deporte como herramienta para construir paz y convivencia. El fútbol, por ejemplo, está siendo utilizado en muchos países para apoyar la desmovilización y el desarme, y para ayudar en la reintegración de excombatientes – particularmente jóvenes excombatientes –  a las comunidades. El fútbol tiene la capacidad de pacificar a individuos con tendencias a hostilidad y violencia, y devolverles el sentido de seguridad y normalidad.

            El deporte también puede ayudar a personas social y económicamente excluidas. Cuando se practica en espacios seguros, el deporte ayuda a las personas a construir relaciones positivas, y a desarrollar confianza y auto estima. El deporte puede abrir las puertas a las oportunidades y ayudar a los mas vulnerables en sus procesos de integración social.

            Adicionalmente, el deporte es utilizado por ONG’s para resolver problemas de género. Estos programas ayudan a mejorar la percepción que los niños y jóvenes tienen de las mujeres y sus capacidades. Además, el juego le permite a las mujeres tener una mayor interacción social fuera de sus hogares y las empodera como constructoras de paz. El deporte ha probado ser especialmente efectivo como medio para incluir a las mujeres en diálogos de convivencia comunitaria y en reducir la violencia intrafamiliar.

            En el plano individual, hay evidencia que el deporte promueve la salud física y mental. La práctica del deporte ayuda a prevenir problemas cardiovasculares y, a través de la secreción de endorfinas, ayuda a reducir el stress, la ansiedad y la depresión. En términos de sicología social, el deporte es un excelente vehículo para promover valores tales como la tolerancia, la solidaridad, el respeto y la honestidad. Todos estos beneficios apuntan a aumentar el capital humano de una sociedad y a construir tejido social.

            Pero mal utilizado, el deporte puede promover conflictos y fomentar el odio, el terrorismo, la discriminación y el racismo. Prueba de esto, el nacionalismo extremo y la violencia practicada por los hooligans, o el secuestro perpetrado por  extremistas palestinos a la delegación israelí en los Juegos Olímpicos de Munich en 1972. En Munich murieron cinco terroristas palestinos y once deportistas y dirigentes israelíes.

            En nuestro medio, el deporte también ha originado hechos lamentables. Recientemente en Barranquilla, luego de la pérdida sufrida por el Junior ante el Once Caldas en la final del fútbol profesional Colombiano, entre disparos y ataques con armas blancas, las barras bravas destruyeron vitrinas y cometieron asaltos a la población. En el crimen mas insulso que se haya visto recientemente, el volante del Junior de Barranquilla, Javier Florez, asesinó vilmente a un hincha que lo recriminó por la pérdida del equipo. Esta es una clara muestra del potencial destructivo del deporte cuando el enfoque es exclusivamente deportivo. Estos hechos obligan a nuestros dirigentes a cuestionar seriamente el aporte social del equipo profesional, cuyo propósito debiera ser el de formar, no solo futbolistas, sino ciudadanos ejemplares.

            Las iniciativas deportivas diseñadas de manera integral pueden ayudar a superar los problemas de violencia, pobreza y la exclusión. Pero cuando se trabaja sin enfoque social, la pasión que despierta el deporte puede traer consecuencias devastadoras. Como sociedad, debemos ser capaces de utilizar las posibilidades pedagógicas del deporte para promover valores entre nuestros niños y jóvenes. Solo así podremos construir comunidades sanas y seguras. 

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