domingo, 24 de mayo de 2009

Filantrocapitalismo

Filantrocapitalismo

            Filantrocapitalismo es la práctica de utilizar principios de negocios en el sector social. Esta idea de introducir prácticas empresariales para impulsar cambios sociales es un enfoque que ha ganado mucho terreno en los últimos años . En la actualidad, muchos de los más grandes filántropos se concentran en apoyar organizaciones que utilizan las fuerzas del mercado para alcanzar objetivos sociales. Durante siglos la caridad asistencialista dominó el mundo de la filantropía. Pero ahora el filantrocapitalismo se ha convertido en el nuevo paradigma.

            El filantrocapitalismo, promovido por figuras de la talla de Bill Clinton y Bill Gates, ha hecho posible que cientos de miles de desposeídos mejoren sus condiciones de vida. Sus organizaciones – Fundación Bill & Melinda Gates e Iniciativa Global Clinton – han hecho grandes inversiones para mejorar la salud, la agricultura y acceso a crédito para los más excluidos, especialmente en Africa.

            Según los filantrocapitalistas, la debilidad de las organizaciones del sector social radica en su dependencia en donaciones y contribuciones voluntarias. Si las organizaciones sociales introdujeran prácticas gerenciales y se comportaran más como empresas serían más fuertes y sostenibles. Es decir, aquellas organizaciones sociales que utilizan los mercados para generar ingresos son más efectivas porque no dependen de donantes para generar impacto.

            Los filantrocapitalistas argumentan que prácticas gerenciales básicas tales como la elaboración de planes de negocios, la rendición de cuentas y la aplicación de procesos bien diseñados, permitiría un gran salto en el desempeño de organizaciones no gubernamentales (ONG’s) y fundaciones privadas. Es una idea bastante seductora en vista de que muchas de las organizaciones sociales históricamente han demostrado ineficiencias, ineficacias y dificultades en lograr impacto a gran escala.

            Los filantrocapitalistas insisten en las bondades de extender los principios del libre mercado a los proyectos impulsados por la sociedad civil. Ellos asumen que lo que funciona en el sector privado debe funcionar en el sector ciudadano y han propuesto crear un ‘mercado social de capitales’ por medio del cual las organizaciones sin ánimo de lucro entrarían a competir por recursos. En otras palabras, los donantes solo entregarían dinero a organizaciones sociales de comprobada eficiencia y eficacia. Mediciones serias y objetivas publicadas en Internet le permitiría a los donantes comparar desempeño entre diferentes organizaciones. Sería algo similar al mercado de valores donde los inversionistas tienen a su disposición la información de las diferentes empresas para tomar decisiones de inversión.

            Pero el filantrocapitalismo también tiene sus detractores. Para los enemigos del filantrocapitalismo, la lógica de los negocios es muy diferente a la lógica de la transformación social. Por ejemplo, las ideas redistributivas y de justicia social son elementos ajenos a los capitalistas. Prueba de esto es la frase del hombre mas rico del mundo, el empresario Mejicano Carlos Slim – “la riqueza es como un árbol, se distribuye la fruta pero no la rama.” Como sugiere Matthew Bishop, autor del libro Mitos y Realidades del Filantrocapitalismo, “seguramente Slim piensa que la rama, el árbol y el bosque le pertenecen solo a el.”

            En los negocios se premia el crecimiento, el tamaño de las ventas y la participación de mercado, pero la interacción de la gente con las instituciones no se valora lo suficiente. Un inversionista privado pregunta: “Cuantas son las utilidades?” Es decir, los inversionistas privados, miran los rendimientos y los dividendos pero dejan de medir las relaciones entre los diferentes actores.

            En el sector social se le da mas importancia a la interacción entre la organización y la sociedad civil. Por esto, el resultado de la gestión es más difícil de medir que en una empresa privada. Además, en lo social el verdadero impacto se ve en el largo plazo.

            Las intervenciones sociales proponen cambios sistémicos, los cuales generalmente requieren movilización social, acción política y articulación con el Estado. Las aventuras empresariales muchas veces ignoran estos elementos.

            La aplicación de prácticas privadas en el sector ciudadano puede resultar menos conveniente  de lo que parece. Sin embargo, alinear rendimientos sociales y ambientales con rendimientos económicos es el mayor reto de nuestra época. Porque lo cierto es que si queremos una sociedad justa y un planeta sostenible debemos insistir en promover solo aquellas empresas que les va bien haciendo el bien.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que este planteamiento del filantrocapitalismo cala muy bien en sociedades más desarrolladas, pero con problemas sociales no resueltos (marginalidad, exclusión, discriminación,etc.) en nuestro medio los capitalistas y las empresas que generan billones en ganancias deberían asumir un papel más activo en una revolución social real. Sería bueno que la educación fuera de calidad, obligatoria y gratuita y que muchas de ellas fueran asumidas por grandes corporaciones empresariales y financieras. Otro aspecto es el de la informalidad en el comercio, hay que organizar a los cientos de compatriotas que viven del rebusque, del mal rebusque y cuyas condiciones de vida son absoltamente miserables. La brecha tecnológica se va acentuando y nosotros todavía nos alegramos cuando una escuela de barrio tiene cuatro computadores, cuya vida útil por razones climáticas y de carga de energía no superará los dos años.
Sin una buena educación es realmente inutil tratar de conseguir un cambio de mentalidad en la gente. Nuestros gobernantes siempre manejan su gestión em forma mediatica y así a pesar de la gran aceptación, no ha pasado un día en que no hayan tomas, paros y protestas en la puerta de la alcaldía...
Realmente necesitamos es una revolución de la acción y el pensamiento de nuestra clase dirigente porque sino estamos jugando a Simón el bobito...

Anónimo dijo...

Filantrocapitalismo,suena , nuevo e inetersante, pero la verdad es conseguir buena tecnologia, al alcance de todos

Unknown dijo...

Felicitaciones por su excelente columna.
uno de los aspectos en que los empresarios judíos a lo largo del planeta, han prosperado básicamente, por 2 cosas, la primera se dice que es por la identidad tan arraigada que se tiene frente a su herencia histórica. la otra es que el tanaj, como relato moral nos enseña, "Bienaventurado aquél que piensa en el pobre, Salmo 41:2
La esencia de la tsedaká se revela en la legislación bíblica y rabínica. Desde sus inicios, los sabios demostraron su preocupación por ayudar al prójimo. Los profetas condenaron la indiferencia ante el sufrimiento humano y ante las injusticias sociales, porque si una persona no da señales de misericordia y puede permanecer impasible sin sentir angustia por sus congéneres, ¿en qué se diferencia de una bestia? "El hombre debe imitar la preocupación que tiene Dios por el infortunado"
enseñanzas como estas, la actividad empresarial de algunos judíos, generan riqueza a partir de la creación de empresas, esta riqueza se transmite , en la comunidad, no es que todos los judíos se han ricos. Lo que si es seguro es que la tasa de desempleo es casi mínima. A lo largo cualquier empresa cumple una función social.